El síntoma principal de un absceso dental es el dolor en el diente o en la zona afectada. La mayoría de los pacientes con abscesos dentales experimentan un dolor intenso y constante, en algunos casos también pulsátil o punzante.
Pero hay otros síntomas que también pueden aparecer, como:
- Sabor amargo en la boca.
- Mal aliento.
- Dolor al presionar el diente, especialmente al masticar o morder.
- Dolor que se irradia a la mandíbula y el cuello.
- Sensibilidad dental a temperaturas extremas (frío/calor).
- Hinchazón y enrojecimiento de la encía o del área alrededor del diente, a veces con secreción purulenta.
- Fiebre.
- Ganglios inflamados debajo de la mandíbula o el cuello.
- Dificultad para tragar.
Tratamientos para un absceso dental
Los abscesos dentales se tratan eliminando el foco de la infección y drenando el pus. Según la ubicación del absceso y la gravedad de la infección, los posibles tratamientos incluyen:
- Tratamiento de conducto: procedimiento para extirpar el absceso de la raíz de un diente afectado antes de obturarlo y sellarlo. eso .
- Extracción del diente afectado (extracción): Esto puede ser necesario si el tratamiento de conducto no es posible.
- Incisión y drenaje: donde se hace un pequeño corte (incisión) en la encía para drenar el absceso (por lo general, esta es solo una solución temporal y es posible que se requiera un tratamiento adicional).
¿Cuáles son tus síntomas?
El síntoma principal del absceso dental es un dolor de muelas intenso y continuo. Además, es común que la persona con un absceso experimente mal sabor de boca, halitosis o mal aliento, dolor al masticar, sensibilidad al calor o al frío e hinchazón de las encías sobre el diente infectado.
Además, también puede aparecer fiebre e hinchazón en la mandíbula (ambos síntomas son graves y denotan un estado avanzado de la infección).
Por otro lado, un diente infectado puede causar complicaciones graves. Además de la pérdida de dientes, una infección bacteriana en un diente puede provocar una infección en la sangre y propagar la infección a otras partes del cuerpo, como la mandíbula.
En casos muy graves, un absceso dental puede ser responsable de una neumonía, una inflamación del corazón e incluso un absceso cerebral.